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Entender las razones por la cuales la juventud, ¡nuestra juventud! se ve involucrada de manera alarmante en situaciones de consumo y de ilegalidad, es analizar desde lo social hasta el contexto familiar. Desde nuestra “colombianeidad” no encontramos con un país que no fue pensado para los niños (que son nuestros futuros jóvenes) siempre se ha pretendido que nuestra hermosa patria se parezca a la historia que nos han contado de conquista colonial (asesinato a lo autóctono), héroes y batallas.

Y aunque el panorama no sea el más alentador, existen personas e instituciones que forjan desde pequeños contextos los pasos iniciales hacía la transformación, pequeños héroes de lo anónimo, esos que afrontan batallas sin armas letales, que se visten de profesores, de educadores, de pensadores y creativos para día a día ganarle una vida a la ilegalidad, a la marginalidad, a la violencia.

En esta encrucijada diaria se encuentran los trabajadores, voluntarios y directivas del CAE- CIP CREEME de la Fundación Hogares Claret en Pereira, una institución que trabaja por la reeducación de jóvenes privados de la libertad, que por diferentes circunstancias han interrumpido con su proyecto de vida. De manera cíclica, cómo funciona la naturaleza perfecta de nuestro planeta día a tras día cada uno de los que trabajamos allí nos levantamos con la ilusión de hacer un trabajo humano y terapéutico que trasforme vidas y como humanos que somos también nos enfrentamos a situaciones que nos sacuden el espíritu y nos llevan a replantearnos, porque nuestro trabajo es con jóvenes que también tienen emociones, sentimientos e historias de vida que nos conmueven y nos cambian de perspectiva.

Y en este transcurrir de convivencias y aprendizajes se han ideado diferentes proyectos y estrategias para incluir a nuestros adolescentes y jóvenes en actividades que les permitan salir del tedio que producen las rejas y el encierro, que les posibiliten repensarse críticamente sin ocultar su pasado y proyectarse descubriendo talentos y habilidades que ni ellos mismos sabían que tenían, todo mediante el vehículo de la educación, tal y como lo decía Gabriel García Márquez “una educación, desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma…”.

La tarea continúa, la de aportar de manera significativa a la vida de nuestros niños, adolescentes y jóvenes y a la transformación de nuestro país. En ese que hacer libraremos la batalla con las armas que nos ha dado la educación, las ideas, las letras, la música, el deporte, la pintura, el teatro, el video y sobre todo la creatividad y las ganas que tenemos de tener un mundo mejor, más justo, más humano, más democrático y de la mano de nuestros adolescentes y jóvenes empezaremos la ardua labor transformándonos a nosotros mismos y a nuestro contexto.

Lorena Barbosa Bernal

batallas anónimas

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